08 Sep
08Sep

Se supone que cuando eres grande (1) debes poder sobrellevar todo y superarlo, tener las soluciones a la mano y mantener la calma. Por lo menos esa es la impresión que nos daban los adultos cuando éramos niños. Había algo que admirar de ellos y hacían o decían cosas que nos hacían pensar que nuestros problemas no eran tan complejos o trágicos como los pintamos. Cuando lloraba mucho me decían que “nadie quiere a una ñañeca (2)”, y que me levantara y siguiera. También me dijeron que con ñañequería no iba a conseguir nada. Pues hoy opino diferente. 

Claro que no estoy sugirendo que voy a solucionar mis problemas llorando o ñañequeando. Las cuentas de banco, ni las cuentas del supermercado se van a pagar con mis lágrimas (aunque algunas son sudor) y así tampoco podré cambiar el flat (3) de mi carro. Pero el hecho de que admita que algo me molesta al punto de que me da ganas de llorar, en vez de hacerme sentir débil, me hace sentir valiente. 

Resulta que no todos se atreven a decir lo que les molesta, prefieren tragarse sus sentimientos, los almacenan y luego explotan como botella de cerveza agitada que nadie entiende por qué explotó porque se veía fresca y tranquila en el cooler (4) hace un minuto. También resulta que las personas que decimos lo que sentimos somos ñañecas. Porque una queja es “llorar” y a nadie le gusta que se quejen todo el tiempo. 

Bueno, analicemos la situación. Es cierto que quejarse todo el tiempo atrae vibras negativas y aleja la resolución de nuestros problemas porque nos mantiene en una actitud de tristeza, agobio, pesadez, entre otros sentimientos que no nos gusta tener por mucho tiempo. Pero si no te quejas, ¿cómo sabrás lo que quieres que mejore?,¿cómo sabrán las personas que te aman lo que necesitas para sentirte más feliz?


Entonces el problema no está en quejarse. El problema está en solo quejarse. Nuestras quejas con o sin lágrimas no van a solucionar nuestros problemas. La diferencia a la ñañequería de infancia a la ñañequería de adulto está en que ahora de adulto nadie va a venir a consentirte con la resolución de lo que te está incomodando. Nos toca levantarnos, ingeniárnosla, ser bruscos o diplomáticos y empoderarnos. Esto se puede traducir en conversaciones incómodas o en decisiones que nos parecen obvias pero complicadas porque representan la renuncia a la comodidad. 

En las relaciones interpersonales es imposible no quejarse porque la telepatía e inteligencia emocional no viene programada en nosotros, a pesar de que algunos aleguen que sí, porque es “sentido común (5)”. Hace falta sentarse a observar el comportamiento de los demás por menos de 1 hora para darse cuenta que no todos piensan en la resolución de los problemas de la misma manera. Este tema ha sido profundamente estudiado por psicólogos ilustres como Daniel Kahneman, dejando en evidencia que la frustración ante la ausencia del sentido común no es nada nuevo. Como las relaciones interpersonales son tan importantes para nuestra supervivencia hago énfasis en que para resolver eso que nos aqueja nos toca aprender a trabajar con otras personas para solucionarlo. 

La sinceridad involucra la valentía de mostrar nuestros sentimientos y vulnerabilidades, conectar con la sinceridad para decir lo que nos aqueja es indispensable. Por tanto, un ñañeco valiente y sincero, consigue lo que quiere y el ñañeco que toma acción, deja de ser ñañeco. 




Glosario sarcástico de Jelani:

1. Ser grande: adulto, maduro, ama de casa, padre de familia, señor o señora. Ser mágico que conoce la soluciones a todos los problemas al crecer.

2. Ñañeco: (sustantivo) persona que se queja y llora por lo que quiere sin hacer algo al respecto. Nañequear (verbo) acción de llorar o quejarse constantemente sin aportar en soluciones.

3. Flat: llanta del automóvil que ha tenido fuga de aire, (requisito: que todas las personas que pasen al lado del automóvil te lo hagan saber). Ej: ¿Me puede ayudar a cambiar un flat?, Señora, su llanta trasera está flateada.

4. Cooler: contenedor que mantiene bebidas o alimentos a temperatura más fresca que la del ambiente con ayuda de hielo.

5. Sentido común: capacidad (ficticia) de pensar igual que las demás personas, permitiéndonos asumir la acción que tomará otra persona (conocida o desconocida) ante el mismo escenario.

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