Estoy segura de que más de uno de ustedes está de acuerdo con que los abuelitos son lo máximo. No todos tienen la oportunidad de conocer a sus abuelos o bisabuelos, pero sé que muchos relatan la historia de sus abuelos como una historia de esfuerzo que resalta como la familia mejoró su estado socioeconómico gracias al sacrificio de ellos o de sus antecesores. Esa historia que inicia con “éramos de un barrio humilde en una zona alejada, pero estudiamos, trabajamos, nos sacrificamos y ahora yo soy un profesional” la he escuchado en varias versiones explicando como de una maestra salieron dos doctores, de un chofer salió una enfermera, de una costurera salió una ingeniera y de una cocinera un abogado. Esas familias en donde alguien dijo “no permitiré que sigamos pasando hambre” e inicia un proyecto de educación y crecimiento, tienen en su coraza a una persona que con mucho valor demostró que los niños son el futuro, pero que ellos son el presente y que sus acciones y enseñanzas que dieran a sus niños lograrían los cambios que desean para su familia, su comunidad y su país.
Suena grotesco y extremadamente ofensivo hoy en día, o al menos para mí, que alguien le diga a otra persona que por su situación social y económica no puede lograr lo que desea en la vida. ¿Con qué cara le dices a un niño que no puede ser ingeniero o médico? ¿Cómo le dices a un niño que no puede luchar por su sueño? La verdad pura y dura es que los sueños no están al alcance de todos. Hace falta planificación para que un sueño se convierta en una meta. Y una planificación con buen porcentaje de éxito se arma luego de investigación y un poco de experiencia a la cual probablemente estos soñadores de situaciones sociales difíciles no tienen acceso. Entonces, ¿cómo es que esas abuelitas lograron que sus niños llegaran a donde están? Por eso titulé este blog así porque “no les dio la gana” aceptar que les dijeran que no podían superarse, especialmente si demostraron que tienen la capacidad cognoscitiva, el talento y la disciplina para completar estudios que les permitieran tener acceso a empleos que pudieran mejorar su situación económica.
En este momento estoy hablando de manera generalizada, estas abuelas de las que hablo te las debes imaginar como una señora de campo o una señora isleña. ¿Qué tal si te digo que también pasa en medio de la ciudad?… estos barrios pobres de nuestro Panamá están llenos de estas abuelas decididas a evitar que sus hijos sean víctimas de la violencia y perpetúen la pobreza que ha estado azotando a sus familias. Están cansadas de contar la historia de la hija de Fulana que tiene 20 años y 4 hijos con hombres diferentes y de la historia de su hijo que era un buen muchacho y no estaba en bandas y le toco una bala perdida en una fiesta, “lugar equivocado en el momento equivocado”.
Estas abuelas, se las han ingeniado e identificaron los patrones que tienen que evitar para que sus hijos no caigan en la misma trampa. Les toca no socializar con su entorno más cercano, hacer amistades en lugares más pudientes, involucrarse con otras personas, destacar en la academia y luchar por becas. Lastimosamente, estos esfuerzos que muchas veces son exitosos no bastan para todos porque requieren de una inversión inicial que muchas veces no existe o termina siendo bloqueada por la corrupción y el racismo. Nadie ve esta corrupción cuando ocurre, primeramente, por lo increíblemente descarada que es y segundo porque termina siendo la palabra del pobre contra la palabra del rico que usó sus influencias para arrebatarle al pobre sus esfuerzos de surgir. Son casos extraordinarios las que logran por fin el cambio socioeconómico de una familia, incluyen trabajo en equipo, más de dos empleos y alguien embarcado que logra estudiar en el extranjero o hacer suficiente dinero para costear los estudios de un familiar más joven.
Si luego de esta fantástica travesía que logra esta familia con la abuela valiente hay éxito, tienen otro obstáculo que hace difícil el mantener el éxito de la misión. ¿Cómo empezamos a actuar como personas exitosas, si nunca hemos sido personas exitosas? En otras palabras, ¿cómo actúo como persona de una clase social más alta? Mi corazón y mentalidad sigue siendo de persona de barrio, la diferencia es que tengo las habilidades para devengar mejor salario, así que ya esto fuera del barrio. Ahora, ¿cómo vivo fuera de él?
Mi padre siempre me vacila con la frase “you can take the people out of the bush, but not the bush out of the people”(1). Esta frase hace referencia a que no importa en dónde o cómo estés, hay cosas que no vas a dejar de hacer, pensar o sentir porque están arraigadas a ti por el lugar del que viniste. Entonces, ahora que saliste del barrio y eres clase media, ¿cómo sigues yendo hacia arriba? En este escenario toca salir de la zona de comfort. Pienso que para salir de aquí debes ser igual o más valiente que tu abuela. Sin abandonar tu cultura y humildad, te toca codearte de verdad con personas con hábitos financieros distintos a los tuyos, comprender su forma de pensar y “copiarte”. Irónicamente copiarse siempre ha sido algo repudiado en tiempos escolares, pero la verdad es que en la vida adulta, copiarse es una excelente técnica de supervivencia. Claramente no me refiero a copiar o plagiar la autoría de procesos creativos. Me refiero a copiar modos de vida a los que aspiramos, conseguir a un “gurú, guía o mentor” es crucial para continuar esta evolución hacia la superación porque tus familiares ya te llevaron hasta donde ellos podían.
Me he estado refiriendo todo este tiempo de manera muy sutil al hecho de que las barreras que nos pone la pobreza y el racismo son mucho más profundas que la dificultad de acceder a oportunidad de crecimiento académico y comodidades. La marca queda en la mentalidad de más de una generación, porque las abuelas valientes luchan para sacar hacia adelante su familia con el mensaje de que tienen que ser mejores que los ricos o los blancos para que se les abran las puertas que necesitan o que no pueden presentarse de determinada manera ante los demás porque son pobres o negros o con raíces indígenas, porque nos van a señalar y vamos a resaltar. Tienes que usar esa atención a tu favor y atraer comentarios positivos hacia ti. La blanca puede salir en short por su barrio porque estamos en verano, pero la negra no puede hacer igual porque parece rakataka(2), (ni les empezaré a contar cómo me siento con respecto a los leggins(3)), pero el concepto es que estamos presionados no solo con apariencias sino con una mentalidad que dirige nuestra toma de decisiones.
Si tu estas en esa posición en donde tu abuela, la valiente, sacó adelante a tu familia con decisiones importantes, eres quien tiene la oportunidad de crecimiento socioeconómico familiar y quien está cambiando a tu familia, ten paciencia. Ellos están orgullosos de ti, pero no conocen lo que tu conoces y vivieron el sacrificio cuando tu estas viviendo los frutos. Tu eres lo que ellos querían alcanzar y puede que dentro de sus capacidades no estén las mismas que las tuyas que te permiten comprender que algunas de sus actitudes vienen de un estado a la defensiva persistente que han llevado durante años con intención de superar a tu familia.
Comparte, agradece y crece, no deje que la valentía de tu abuela haya sido en vano.
Glosario sarcástico de Jelani:
1. “you can take the people out of the bush, but not the bush out of the people”: puedes sacar a la gente del monte, pero no al monte de la gente, ver contexto.
2. rakataka: término coloquial panameño utilizado para referirse a personas de barrio con comportamiento altanero y vestimenta hipersexualizada.
3. leggings: tipo de pantalón de material tipo lycra u otro con talle muy señido, con distintas texturas o patrones, muy frecuentemente utilizados por rakatakas