20.08.23
Sabemos que somos vulnerables y que podemos morir. Es el sine qua non de la vida. Si hay vida, es porque puede haber muerte. Este concepto es uno de los más difíciles de aceptar desde que somos niños. ¿Recuerdas la primera vez que te tuvieron que explicar que alguien falleció? ¿o que no verías más a tu mascota? Si la introducción al concepto de la muerte la tuviste con un pez, con el que no pudiste tener interacción física por circunstancias de la naturaleza, con excepción de las sirenas, pues eres afortunado de haber tenido una introducción así de fácil. Es probable que la mayoría de ustedes comprendió la muerte luego de que se dio cuenta de que esta persona verdaderamente ya no estaba físicamente ahí. No había como contactarla y todos actuaban acorde. El concepto inicia con incredulidad, inicia con la esperanza de que en un momento te digan: “Ah no! Ya se arregló, todo bien, seguimos.” En efecto, todo en la vida tiene solución… con esa gran excepción.
Luego de conocido el concepto, pasada la negación y los otros pasos hacia la aceptación de malas noticias, inicia un proceso de miedo a la muerto (nadie la quiere y tu tampoco), buscar maneras de evitarla (porque estás seguro de que hay maneras de evitar que ocurran cosas malas y en este momento la muerte es algo malo), y finalmente la aceptación.
¿Qué significa aceptarla? Pues no quiere decir que ya que sabes que ese es el resultado de todas las vidas es la muerte, mejor vamos directo a ella. Esa no puede ser la respuesta porque antes de ti han vivido millones más que no han usado esa resolución. Y los que la han usado, no han podido regresar para decirnos que era más fácil así. Por ende, recomiendo fuertemente que hagas lo mejor con lo que tienes ahora, que es la vida. Antes de que tu cuerpo inicie su proceso de apoptosis, va a crecer y en ese crecimiento hay dolor. El dolor inicia desde que te empiezan a salir las muelas y termina la enfermedad que protagoniza tu partida. No tenemos como huirle al al inicio dolor, lo podemos aliviar y como resultado vivimos con este menos de 5% de nuestra vida, en la mayoría de los casos, gracias a nuestros amigos científicos y adictos que inventaron, descubrieron y exploraron las drogas.
Hoy quiero hablar de las lágrimas que son sudor.
El sudor lo producimos cuando nuestro cuerpo pasa por un momento de estrés metabólico o estrés físico que requiere que liberemos el calor producido para sobrellevar el trabajo por el que está pasando. Las lágrimas las producimos todos los días, lubrican nuestra vista. Hacen más fácil ver cosas que pasan en nuestra vida, y me atrevo a decir que también lubrican nuestra vida. Cuando se vuelven lágrimas visibles, salen de nuestros ojos ante la visón o comprensión de algo que nos produce estrés, la diferencia es que este estrés es por la intensidad de la emoción que nos da lo que hemos visto y esta emoción pudo haberse percibido con los ojos abierto o cerrados.
Con ojos abiertos ante un escenario trágico, y con los ojos cerrados luego de introspección que nos permitió ver la verdad. Las cosas que vemos con los ojos cerrados son las reales que las que vemos con la luz. Lo que ves con los ojos cerrados, lo ves porque comprendiste y puede que no haya algo más real que eso. Para mis las lágrimas que son sudor son aquellas que emergen cuando nuestro cuerpo está en estrés. Nuestro cuerpo siento en su totalidad los sentimientos de tu corazón. Tu alegría y la tristeza la siente todo tu cuerpo. Cuando estas feliz no puedes señalar la parte única de tu cuerpo que esta contenta. Lo mismo con la tristeza y dolor. Entonces hablo de la combinación de estrés físico con el estrés emocional y como te he dicho, no hay manera de que este uno sin el otro, sine qua non.
El dolor en el cuerpo no siempre lo sentimos como cuando podemos señalar en donde esta, se manifiesta como un malestar que no nos deja disfrutar lo que está ocurriendo a nuestro alrededor y no nos deja operar y seguir adelante con lo que estamos haciendo. Te opaca, confunde y detiene. No es hasta que reconoces que algo está mal que empiezas a buscar solución y como te obliga a detenerte y el reposo es el primer paso hacia la resolución del dolor, puede que te recuperes antes de reconocer que es eso que te ocasionó el dolor o si quiera que eso fue lo que sentiste.
Yo en este momento de duelo siento en todo el cuerpo dolor, pero sudo por el esfuerzo físico en el que me he sometido en busca de endorfinas, en busca de ese proceso bioquímico que tiene mi cuerpo para producir hormonas y metabolitos que me harán sentir bien. Suena a que trato de engañarme, pero quizá este engaño fue la mejor estrategia de honrar al motor de mi hogar y mi vida. Esa mujer lo fue todo para mí y agradezco haber sido lo suficientemente cursi para mostrarle mi amor por ella a lo largo de su vida y como aun me queda más, les toca a ustedes leerlo.
Poco después de que fallece mi madre, reinicio con ejercicios funcionales (estilo CrossFit) en las mañanas y empiezo a buscar cosas que me hacen sentir bien. Los ejercicios me hacían sentir bien pero tener presente de que los hacia buscando alivio no impedía la salida de lágrimas en medio del sudor.
El duelo no es depresión clínica per se, es duelo, y en esos momentos se hace un esfuerzo especial para poder seguir trabajando proyectos de vida a pesas de la crisis emocional en la que se está viviendo. Para este escenario mi estrategia fue armar una rutina, me apegué, trabajé en hábitos, determiné una meta y empecé a trabajar.
Es un proceso inevitable, difícil pero superable y debemos mantener siempre la mentalidad de que siempre se puede seguir adelante, con lágrimas y sudor.